Recordar, profundizar y contar la verdad de los sucesos es lo que busca este documental
Eran las diez de la mañana. Todo estaba listo para la grabación del documental “Regresa el Cepa”, que dirigía Víctor Matellano. El equipo de producción era pequeño. Tan solo estaba formado por dos cámaras principales, un productor, un cámara realizando el making off, el director y un ayudante de los cámaras. Antes de iniciar la grabación, pasearon por las calles de Belmonte y de Osa de la Vega, buscando los lugares más icónicos para grabar. Primero sólo los escenarios y por la tarde con el protagonista, Guillermo Montesinos, el que encarnó a José María Grimaldos o más conocido como “El Cepa”.
Había un ambiente familiar. Todos ayudaban y explicaban los aspectos más desconocidos de la grabación, entre los que se incluían muchos detalles de la finca donde se grabó la película, pero no sucedieron los hechos reales. El director, Víctor Matellano, estaba asombrado y reconocía cada rincón de las localizaciones. “¡No me puedo creer que esté aquí!”, repetía entusiasmado.
El documental cuenta con muchas entrevistas, entre ellas hay declaraciones de personas que en 1979 participaron en el rodaje de la película de Pilar Miró, estas personas suelen mezclar detalles de la película con los de la realidad. Otros coinciden en el secuestro militar que sufrió el film en el momento de su estreno. Las entrevistas se graban en una de las cuevas del que era en el pasado el cuartel de la Guardia Civil y que actualmente está bajo un hotel. Los habitantes más mayores del pueblo se estremecen al entrar ahí, “al saber que habrán visto estas paredes” dice uno de ellos mientras se posiciona para comenzar. Además cuentan anécdotas de la película actores y vecinos que aparecieron ella, explicando cómo vivieron ellos el gran despliegue de personal que se asentaba por una temporada en sus pueblos. Asimismo, se les sumaba el que era el alcalde de Osa de la Vega en esa época, especialistas en el tema, juristas, políticos, entre otros.
El equipo se dirige a la finca de Osa de la Vega para filmar escenas de exteriores con Montesinos, pero esta vez acompaña al equipo Sol Carnicero, la que fue la directora de producción de “El crimen de Cuenca”, que hace hincapié en que la película de 1979 supuso un cambio en las libertades y derechos de la época.
Al llegar al paraje encuentran todo tal y como estaba hace cuarenta años. La dueña de la finca les impide grabar ya que no tenía aviso previo, aun así, lo hacen igualmente y concretan día para grabar en el interior, el primer imprevisto de la sesión de rodaje.
Recorrer Osa de la Vega, su iglesia, su cementerio y ver que tiene el mismo aspecto no deja indiferente a nadie. Ver el interior de los antiguos juzgados de Belmonte, en los que sucedió la historia real llega a ser escalofriante para todos los que allí estaban presentes, pero de eso se trata, de mostrar la historia tal y como fue.
Guillermo Montesinos no puede evitar emocionarse y sorprenderse al recrear la escena de la subida de la cuesta en Belmonte diciendo a pleno pulmón “Soy yo, el Cepa, estoy vivo, nadie me ha matado”. Durante la realización de la toma se pide que nadie del público utilice los teléfonos móviles y que los niños vayan con Guillermo para recorrer la cuesta. La gente está emocionada, hacen caso a las indicaciones del equipo, pero siempre hay algún espontáneo que hace caso omiso. Seguidamente y durante el acto de homenaje los asistentes al acto disfrutan de las anécdotas de los participantes del rodaje del Pilar Miró. El equipo recibe una condecoración por su trabajo en Belmonte.
El trato de la gente es excelente, la alcaldesa, Angustias Alcázar está muy atenta para que los días de rodaje se realicen con la mayor facilidad posible. Consigue que se pueda grabar dentro de la colegiata, escenario clave del largometraje. “Este documental es muy necesario, pues la historia aún no se conoce del todo y hay que reivindicar la verdad del suceso” aclara la alcaldesa durante la rueda de prensa.
Al desvelar el cartel de la película a los medios, Víctor Matellano, hace hincapié en la importancia que merece un recuerdo y profundización en todos los aspectos del Caso Grimaldos y debido a su doble interés, de la historia real y la realización de la película. “Es un caso que sucedió hace 103 años y que aún sigue en la memoria de muchos”, afirma Matellano.
El viernes 24 de mayo de 2019 se estrenaba el documental Regresa El Cepa en Cuenca, de la mano de su director, Víctor Matellano y del productor asociado Alejandro Pacios. El documental se había pre-estrenado en el Festival de Málaga, en el cine de Belmonte y en Tenerife, siendo esta la primera presentación oficial en toda España. “Elegir Cuenca para hacer el estreno me hacía mucha ilusión, es una manera de cerrar la rueda de estos sucesos que se desarrollaron en la provincia” aclara Víctor Matellano.
Cuarenta años después vuelve a la gran pantalla un homenaje al único film que se secuestró en democracia. El director utilizó los minutos previos para hacer una breve presentación y una introducción a la proyección. A lo largo de 90 minutos se muestran las declaraciones de los participantes de la película de Miró, además de periodistas, juristas y políticos como José Bono. Todos coinciden en la gran repercusión que tuvo el largometraje por el hecho de que se impidiera su estreno y proyección.
Al finalizar la proyección, la sala del cine se enmudeció, rompiendo el silencio con una gran ovación. Durante cincuenta minutos, en un coloquio entre los allí presentes y el director, se explicaron escenas del documental, se comentó la duración del rollo original, compuesto de 24 horas de rodaje y que tras una criba pasaron a 5 horas de entrevistas y recursos. Muy al pesar del director, mucha información se quedó en el tintero. Además, se desveló la ubicación real de varios escenarios de la película.
Matellano ha recalcado que este documental se ha hecho con tres finalidades fundamentales, exponer los derechos humanos y la tortura, exponer los derechos humanos y la libertad de expresión y hacer un homenaje a su directora, Pilar Miró, como mujer cineasta. Ya que en esos años España solo contaba con tres directoras de cine.
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